miércoles, 28 de agosto de 2013

Que veo, perdón Quevedo.

Por nuestra codicia lo mucho es poco; por nuestra necesidad lo poco es mucho.

Las mayor señal de ser bueno es ni temer ni deber, y la mayor de maldad es ni temer ni pagar.

El rico come, el pobre se alimenta.

Menos mal hacen cien delincuentes que un mal juez.

Lo mucho se vuelve poco con desear un poco más.

Poderoso caballero es don dinero.

Todos anhelamos llegar a viejos y todos negamos que hemos llegado.

El que quiere en esta vida todas las cosas a su gusto, tendrá muchos disgustos en su vida.

No es dichoso aquel a quien la fortuna no puede dar nada más, sino aquel a quien o puede quitar nada.

Ningún vencido tiene justicia si lo ha de juzgar su vencedor.

Pocas veces quien recibe lo que no merece, agradece lo que recibe.

Más fácilmente se añade lo que falta  que se quita lo que sobra.

Mejo vida es morir que vivir muerto.

Bien se puede perdonar a un hombre ser necio una hora, cuando hay tontos que no lo dejan de ser una hora en toda su vida.

La soberbia nunca baja de donde sube, pero siempre cae de donde subió.

Lo mas seguro es no ponerse en peligro.

Nadie ofrece tanto como el que no va a cumplir.

El que parece sabio entre los tontos parece tonto entre los sabios.

La posesión de la salud es como la de la hacienda, que se goza gastándola, y si no se gasta, no se goza.

Cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el porvenir sin conocerlo.

Ninguno se fíe en una profesión sola. que ratón que no sabe más agujero pronto está perdido.

No conviene mostrar la verdad sino en camisa.





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